jueves, 12 de octubre de 2006

Inauguración Nueva Condomina

Es verdad, no es un sueño. La Nueva Condomina ya está aquí. Ya es una realidad. El tan anhelado nuevo estadio del Real Murcia fue inaugurado oficialmente anoche, con el amistoso entre España y Argentina. Mucho se había hablado de la magnificiencia del estadio, de su majestuosidad, de su exquisitez, de su magnífico diseño para albergar partidos de fútbol, de su todo... pero nada le hace justicia. Ni las fotos, ni los comentarios, ni las cuasi cinco estrellas uefa... nada. El campo, visto in situ, es una maravilla. Así de simple. Es grandioso; glorioso; magnífico; majestuoso; imponente; impresionate. Cualquier adjetivo grandilocuente es válido. Subir por uno de sus vomitorios y encontrarte frente a tí a semejante coloso es una sensación difícil de explicar.

Sobre todo si se viene de asistar quincenalmente a la vieja Condomina. El cambio es, simplemente, brutal. Los accesos son infinitamente mejores, pese a que anoche no fueron todo lo eficientes que deberían. ¿A qué me refiero? Me refiero a, por ejemplo cosas como ésta. Así es como se encontraba una de las puertas del fondo sur. Por tanto, nos encontramos conque 8.000 personas debían entrar por simplemente dos puertas (ocho tornos automáticos), con las consiguientes colas (que, eso sí, avanzaban con normalidad y bastante fluidas, pese al desmayo de un espectador).

Pero una vez superada la primera toma de contacto con el nuevo estadio, llegaba lo mejor... tras subir las escaleras que dan acceso a los graderíos, accedo por uno de los vomitorios y ahí está, el nuevo coloso murcianista, ya medio lleno a una hora del comienzo del partido. Sensación indescriptible, y también incredulidad ante el hecho de que sea el Real Murcia el equipo que va a jugar ahí cada 15 días... acostumbrado al cemento de la lateral, a ese fondo sur con gradas metálicas tras su derribo, el fondo norte con gradas supletorias, la Tribuna con ese sabor añejo... el cambio es un poco difícil de asimilar.

¿El ambiente? Espectacular. Los cientos de argentinos presentes (que llevaban cantando desde las tres de la tarde) daban un colorido espectacular (bengalas incluídas) mientras que los más de 30.000 aficionados españoles miraban con asombro los graderíos del estadio y animaban con el típico "¡España, España!". Sobre los argentinos tengo algo que decir que me indignó... cuando vamos a un estadio, las bengalas están prohibidísimas: Los argentinos petaron dos. Si nos ponemos en las escaleras, en seguida llega un guardia a decirnos que nos retiremos de ahí y que volvamos a nuestra localidad: Los argentinos llenaron las escaleras de medio fondo sur y nadie les dijo nada, pese a que había presencia policial en dicho fondo y pese a las quejas de varios aficionados. Y para colmo, al finalizar el encuentro bajo para recorrer un poco más el estadio y descubro, con rabia y pena, que han destrozado varios asientos. Un solo partido disputado y el fondo sur ya no está inmaculado. Una lástima.

Saltó Manolo el del Bombo, que besó el césped (como en cada nuevo estadio que visita) y se llevó la ovación de la grada. Salió Argentina, y se llevó una gran pitada. Salió España, muy vitoreada, sin ningún pito. Y llegaron las alineaciones por megafonía. Tras vitorear todos los jugadores de la selección, llegó el turno al seleccionador, a Luis Aragonés. La pitada fue unánime. Fue la mejor manera de mostrar nuestra disconformidad con Luis, que no con la selección. Y tras eso, los himnos. Impresionante cómo corearon el himno nacional las 33.000 almas que (casi) llenaban el estadio. ¿Casi? Sí, casi. El estadio no se llenó en su totalidad, imagino que debido a los dichosos compromisos federativos... esos que permiten que hayan varios círculos de asientos vacíos mientras hay gente que se queda sin entrada tras pasar varias horas en la cola. Pero bueno, cosas de los negocios.

Que por cierto, hablando de negocios, según La Verdad, el milloncito de euros que cuesta traer a la Selección argentina lo tuvo que pagar Samper, ya que el partido no estaba en el calendario de la RFEF. Pero lo peor llega cuando lees que, aparte, ha tenido que pagar medio millón de euros ¡a la propia RFEF! Es decir, que el partido lo ha pagado de su bolsillo Samper. Por tanto, lo ha organizado Samper (podríamos hablar de que lo ha organizado Santa Mónica) pero el dinero de la recaudación (bueno, el 60%) va a parar... exacto, a las arcas de la RFEF. Y yo me pregunto: ¿Por qué? Si el encuentro no lo ha organizado la RFEF, ¿por qué se llevan la taquilla? Ya han cobrado por jugar el partido, ¿por qué cobran además por los ingresos de la venta de entradas? Villar, haciendo amigos...

Por cierto, que, pese a lo que comentaba Yayo en murcianistas, no fue un día triste para el murcianismo. Todo lo contrario. Vale que el estadio no fue inaugurado por el Real Murcia, pero la afición le brindó su particular homenaje, portando camisetas, bufandas, banderas y pancartas granas. Hubo muchísima gente que acudió al estadio identificado con cualquier prenda murcianista, muchísima, más de la que podría imaginar cualquier aficionado antes del partido. Y, no contentos con eso, hubo varios cánticos de "¡Murcia, Murcia!" durante todo el partido, sobre todo en la segunda parte, donde todo el estadio, más de 30.000 gargantas, gritó al unísono un "¡MURCIA, MURCIA!" atronador que mostraba a toda España quién era el dueño del campo. Nuestro particular homenaje a nuestro club.

¿Sobre el partido? Poco que reseñar, más de lo mismo. Aragonés sigue sin saber cómo quiere hacer jugar a la selección, sin profundidad por banda, desperdiciando jugones poniéndolos en la banda, creando ocasiones para que, a la hora de hacer un centro no haya nadie en el área... etc. Pero ayer lo importante no era el partido, era el estadio.

¿Lo peor de la inauguración? El césped, sin duda. No estaba en las condiciones adecuadas y se levantaba con suma facilidad, pareciendo en ocasiones una playa de la arena que se levantaba... pero no era para montar la que se ha montado en todo el país en contra de la NC y de Murcia. Se han exagerado muchísimo las cosas, nos han masacrado sin piedad alguna, no dejándonos disfrutar del estreno de nuestro campo por culpa de que Maxi se lesionase para seis meses (una desgracia, pero no por culpa del césped). Tal y como hablaban del césped tras el entrenamiento, yo pensaba que aquello parecería un solar al acabar el partido... pero el césped estaba medianamente bien, y con tan solo recolocar el césped levantado en su sitio volvía a parecer una alfombra (una alfombra casi sin raíces, eso sí). Ahora toca esperar que agarre bien fuerte en estos poco más de 15 días que quedan para que el Real Murcia se mude definitivamente allí... y entonces tocará disfrutar. Iba siendo hora.

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